Hace unos días estuve en el Ficzone de Granada; aunque resulte difícil de creer, no fui como asistente sino para enseñar a la gente a jugar a juegos de mesa. Tenemos una asociación con una cantidad obscena de juegos, y las editoriales también nos envían cada año algunos para que les ayudemos a hacer publicidad… Y el caso es, que tenemos muchos. Tantos como para llenar dos baúles y un arcón, y aún sobrarnos juegos fuera de ellos.
Y no los tenemos catalogados salvo por una pequeña hoja de cálculo. Así que, ¿qué se me ha ocurrido, aparte de inventariarlos? Pues diseñar un sistema para poder reconocerlos rápidamente. Y ahí es donde entran los códigos QR.